martes, 18 de octubre de 2016

Lo que hizo San Martín en su gobierno

Desde comienzos de 1813 funcionaba en Buenos Aires la Asamblea General Constituyente. Para muchos, entre los que se contaban San Martín y Belgrano, era la gran oportunidad para declarar la independencia y reafirmar la decisión de guerra a muerte con España.

Lamentablemente, los terratenientes porteños y su principal representante y presidente de la Asamblea, Carlos María de Alvear, no pensaban lo mismo. El ex amigo y compañero de San Martín aprovechó la oportunidad que le brindaba el alejamiento del coronel para crear un poder ejecutivo unipersonal, el Directorio. Así lo cuenta el propio Alvear en sus memorias, dictadas al amanuense Rivera Indarte.

No había pues tiempo que perder y era preciso empezar por hacer en el gobierno una gran variación que pedían imperiosamente las circunstancias. El coronel San Martín había sido enviado a relevar al general Belgrano y la salida de este jefe de la capital, que habíase manifestado opuesto a la concentración del poder.

Efectivamente, corría el año 1814 cuando San Martín fue designado al frente del Ejército del Norte en reemplazo de su querido y admirado general Belgrano. El encuentro entre los dos patriotas se produjo el 30 de enero, en algún lugar en el camino entre Tucumán y Salta. Tuvieron tiempo de conversar sobre el estado de la Revolución, sobre la inoperancia e incomprensión del gobierno central y de la soledad.

San Martín traía instrucciones reservadas del Directorio que le ordenaban remitir a Belgrano para ser juzgado por las derrotas de Vilcapugio y Ayohúma, pero estaba completamente en desacuerdo con la absurda disposición y se negó a entregar a su compañero.

San Martín reorganizó el ejército y lo dejó en las mejores condiciones posibles. Pero su cabeza estaba en otra parte. Estaba absolutamente convencido de que las sucesivas derrotas en el Norte ya eran suficientes para demostrar que había que buscar otro camino para terminar definitivamente con el enemigo y su centro de poder en Lima.

A comienzos del invierno de 1814 se difundió una noticia preocupante sobre la salud del jefe del Ejército del Norte. Se supo que su médico le había aconsejado marchar hacia el benévolo clima cordobés. Así lo cuenta José María Paz, que tuvo el privilegio de conocerlo en aquellas circunstancias.

Desde aquella estanzuela de Saldán diseñará junto a su entrañable amigo Tomás Guido el plan continental de liberación. Se proponía formar un ejército en Cuyo, cruzar la cordillera, liberar Chile y desde allí lanzar por mar la ofensiva final sobre Lima.
Don José sabía que para concretar un plan tan ambicioso hacía falta, además de poder militar, poder político. Solicitó y obtuvo, el 10 de agosto de 1814, el cargo de gobernador de Cuyo y se mudó con Remedios a Mendoza, dejándole al general Martín Miguel de Güemes y sus infernales gauchos la defensa de la frontera norte. San Martín destacaba los esfuerzos del salteño.

A los amantes de la historia basada exclusivamente en “fechas y batallas”, aquella que nos arruinaba la mente en el secundario, a los que siguen queriendo ver un San Martín exclusivamente militar, hay que recomendarles que analicen al San Martín político, a aquel que durante tres años gobernó con gran eficiencia, equidad y honestidad las provincias cuyanas.

El espíritu del gran libertador permanece en la tierra que fuera cuna de una de las hazañas más grandiosas de la historia de nuestra Argentina.
El 10 de agosto de 1814, cuando Don José de San Martín fue nombrado gobernador intendente de cuyo, se inició el plan de liberación del continente. En Mendoza se organizó el Ejército de los Andes, que cruzó la cordillera, dando vida así a nuestra mayor épica militar.
San Martín había solicitado este cargo respondiendo a un motivo muy bien pensado: consideraba que Mendoza era el sitio estratégico para la guerra de la independencia. Su proyecto era armar al pie de los Andes un ejército que cruzara la cordillera para liberar a Chile de los españoles y de ahí seguir hasta Lima. Ese plan resultó ser todo un éxito. Pero además, San Martín, que gobernó hasta el 17 de octubre de 1816, desarrolló una organizada gestión civil. Por poner un ejemplo, una de sus primeras acciones de gobierno fue transformar un paseo que había creado el Cabildo local en 1808 al oeste de lo que entonces era la ciudad.
Si bien los cuyanos fueron beneficiados por las obras del gobernador intendente José de San Martín, también vieron cómo su vida cotidiana cambió drásticamente cuando la región se convirtió en un taller de guerra. Buenos Aires ayudó con la formación del Ejército de los Andes, pero la mayor parte de los fondos, la fuerza de trabajo, armas, vituallas, ropas y caballería, entre otros recursos, fueron aportados por Cuyo. A poco de partir a Chile, a principios de 1817, el general le escribió a Tomás Godoy Cruz, quien estaba en Buenos Aires, destacando que le faltaban salud y tiempo y dinero.
Casi 190 años después de su paso por Mendoza, en la escenografía local todavía quedan en pie y en general en funcionamiento varias de las obras que puso en práctica durante su mandato o que impulsó mientras con su ejército se batía por la libertad del sur del continente.
El turismo histórico en Mendoza comienza por conocer los sitios donde el General San Martín desarrolló su actividad, donde quedaron marcadas sus acciones de Gobernador, de estratega y de hombre simple y sencillo. Se las puede ver a diario: el paseo Alameda, el Archivo General de la Provincia, la biblioteca pública que lleva su nombre y canales de riego son algunas de esas concreciones que se mantienen y llevan la impronta del Libertador.
Uno de los mejores circuitos de turismo histórico de Mendoza es conocido como las "Rutas Sanmartinianas” ordenadas y contextualizadas para permitir conocer la historia de nuestro prócer y a la vez, disfrutar de esta provincia con toda la fuerza de sus atractivos.
Durante agosto recordamos de manera especial al ilustre vecino de Mendoza, José de San Martín. 
Como Gobernador, San Martín iniciará una intensa actividad gubernativa para convertir a la provincia en una nueva fuente de recursos para la causa de la independencia excitando los sentimientos patrióticos de sus habitantes y obteniendo así la colaboración del pueblo cuyano.
Desde su "Ínsula Cuyana" mantendrá comunicación con todos los referentes políticos y militares de las Provincias Unidas del Río de La Plata convirtiéndose en el principal impulsor y guía del Congreso de Tucumán, en tanto que pondrá en pie de guerra al Ejército de los Andes con el que concretará la gran hazaña de cruzar el macizo andino y comenzar su campaña de liberación de América del Sur.
La adhesión de José Francisco de San Martín a la causa americana se hizo palpable desde el momento de su llegada al Plata el 9 de marzo de 1812.
Pocos días después creará el Regimiento de Granaderos a Caballo, germen del ejército profesional patriota, al mismo tiempo que intervendrá de forma directa en los asuntos de gobierno a través de su activa participación: primero, en la Logia de Caballeros Racionales y luego Logia Lautaro, sociedades políticas secretas por la que los patriotas darán nervio y sentido al plan revolucionario iniciado por Moreno, Belgrano y Castelli en Mayo de 1810.
Después de un breve paso por el Ejército del Norte donde mantendrá contacto por varios meses con su hermano de causa Manuel Belgrano y con el jefe de los gauchos de Salta, Martín Miguel de Güemes, con quienes organizará la defensa de la frontera del Alto Perú, se retira a Córdoba y desde allí pedirá al director, Posadas, su traslado a Mendoza a partir de su nombramiento como Gobernador Intendente de la recientemente creada Provincia de Cuyo desde donde desplegará todo su genio político, administrativo y militar que le permitirá convertirse en el árbitro de la política rioplatense y en el líder del proceso revolucionario.
A través de los diputados por Cuyo: Francisco Narciso de Laprida y Fray Justo Santa María de Oro por San Juan; Tomas Godoy Cruz y Juan Agustín Maza por Mendoza - y Juan Martín de Pueyrredón por San Luis, todos quienes actuaban bajo el influjo y órbita política de San Martín, pugnará hasta el cansancio por la reunión del Congreso de Tucumán y la Declaración de la Independencia, neutralizando la política localista del gobierno de Buenos Aires y tratando de zanjar las diferencias en el Litoral entre el Gobierno Central y Artigas; en el norte, entre Güemes y Rondeau.
En Mendoza, San Martín no cesará en su prédica y en permanente comunicación con sus amigos Belgrano y Guido, con el Director Pueyrredón y con los diputados que integran el Congreso Soberano, intentará encauzar y contagiar a todo el espectro político y militar de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Chile y Perú de su flama libertadora, sorteando obstáculos, muchas veces solo, en una lucha desesperada contra el tiempo y, por sobre todo, con muy pocos recursos; pero siempre con la mente, la voluntad y el espíritu fijo en su misión: la Libertad de América.
En el mundo actual donde la crisis de liderazgos es tan evidente, en el que millones de personas sufren hambre, pobreza y la desolación de la guerra; y en el que las clases dirigentes parecen indolentes ante tanto horror; sin lugar a dudas necesitamos ejemplos de líderes comprometidos y que trabajen incansablemente por la causa de los pueblos.
Por ello inmortalizamos al Libertador de América José Francisco de San Martín como verdadero ejemplo de conductor y modelo de líder a se

lunes, 17 de octubre de 2016

Significado de la bandera del ejército de los andes

EL SOL: Símbolo de la unión nacional. 

GORRO FRIGIO: Emblema de redención y libertad. 

LOS LAURELES: Emblema de victoria.

LA PICA: Simboliza el trabajo. 

MANOS ENTRELAZADAS: Representan la unión fraternal. 

CAMPO BLANCO: El color de la nieve de nuestras montañas y símbolo de la pureza.

CAMPO AZUL: En representación del cielo.

LA BANDERA DE CEREMONIA: Deberá ser de “gross de seda”. 

PIRCA DE PIEDRAS: simboliza la Cordillera de los Andes.

Cada elemento tiene un color definido y se utiliza para esto un sistema de identificación de colores. 

San Martín y el vino


Como gobernador, San Martín apoyó los reclamos de los cabildos cuyanos, luego defendidos por el diputado mendocino ante el Congreso de Tucumán y operador político de San Martín, Tomás Godoy Cruz, para que el Directorio bajase los muy altos impuestos y derechos de tránsito que gravaban a la producción local de vinos, aguardientes y frutas secas.
Señala Maurín Navarro: “Los vinos y aguardientes de Cuyo, decía Godoy Cruz, a pesar de los aumentos de los derechos a los extranjeros, eran perjudicados por la concurrencia de estos últimos, agregando el diputado por Mendoza que la medida solicitada era universalmente adoptada por las distintas naciones para fomentar la industria nacional y que, a favor de la protección, llegarían a superar la calidad y desalojar los vinos del exterior. Al referirse a los derechos de exportación que percibía la Aduana de Buenos Aires expresaba que una parte de los vinos de Cuyo se exportaban a Montevideo y Brasil, en cuyo casos los derechos de exportación recaían sobre los productos nacionales, cosa reprobada en los buenos principios de economía”.
Como signo de los intereses que predominaban en el Directorio, el proyecto fue rechazado por el Congreso, ya establecido en Buenos Aires. El diputado José Malabia, al fundamentar ese rechazo, sostuvo dos argumentos: que las cargas internas y los derechos de exportación eran necesarios para el tesoro nacional, “destinado a emplearse en utilidad y beneficio de todas las provincias”, y que la manera más eficaz para mejorar la calidad de los productos nacionales era la competencia de los importados.

Ubicación de la antigua casa de gobierno.

La antigua Casa de Gobierno y Justicia se encontraba en la Plaza Independencia, junto a la Iglesia Matriz, la Cárcel y el Club Social. Existió un proyecto de 1927 para trasladar la sede del Gobierno Provincial al centro de esa plaza, pero finalmente fue descartado cuando la construcción ya había comenzado, demoliéndose lo poco que se había hecho.
El predio de 20 has. Destinado a Centro Cívico fue utilizado a fines del siglo XIX para la Escuela Nacional de Agricultura, bajo el nombre de Quinta Agronómica de Mendoza. Desde 1870 a 1883, aproximadamente, esa escuela tuvo un carácter puramente agrícola, sin prestar demasiada atención a la vitivinicultura, hasta que se creó la Escuela Nacional de Vitivinicultura, fundada en 1897. En 1939, la Escuela pasó a depender de la nueva Universidad Nacional de Cuyo.

En 1941, el Plan Regulador para Mendoza, un proyecto de neto corte moderno ideado por los arquitectos Bereterbide, Belgrano Blanco, Cravotto y Scasso, que buscaba zonificar la ciudad pensando a futuro y organizar los accesos y vías rápidas de tránsito. Siete años después, uno de los integrantes de ese equipo, Alberto Belgrano Blanco, fue contratado directamente por el Gobierno de la Provincia para el diseño del nuevo Barrio Cívico de Mendoza.

La salud de San Martín

Asma, úlcera, reumatismo, cólera... Los problemas de salud siempre lo persiguieron, incluso en plena batalla. El 9 de junio de 1819, San Martín le escribe desde Mendoza a su íntimo amigo Tomás Guido. "Quince días hace que me hallo postrado en cama de resultas de una fístula producida por unas almorranas agangrenadas: en el día sigo con alivio y los facultativos me aseguran que en breves días estaré enteramente curado", señala con lenguaje de época.
En su profusa correspondencia con Guido, el general se queja permanentemente de su salud. "La úlcera fue la principal patología de San Martín, en que una hematemesis marcó la iniciación clínica, hasta el 17 de agosto de 1850, en que una nueva hemorragia lo llevó al deceso", escribe el doctor Mario Dreyer, miembro de número de la Academia Sanmartiniana.
Dolores de estómago, vómitos de sangre, hemorroides, reumatismo, tos constante. Para calmar ese suplicio cotidiano recurría al opio, como lo dice Guido, según consigna el historiador José Luis Busaniche en su libro San Martín visto por sus contemporáneos. Guido y Juan Martín de Pueyrredón le suplicaron al general que tratase de dejar el opio, pero en aquellos tiempos sólo esta droga podía atemperar su sufrimiento.
Según Dreyer, ya en 1808 comenzaron a perseguirlo las enfermedades. Ese año, todavía en España, San Martín sufrió fuertes acceso de asma. En América, el primer ataque lo padeció en Tucumán, cuando era jefe del Ejército del Norte. Se llegó a temer, también, que padeciera tuberculosis, pero esta hipótesis fue desmentida por la realidad. Bartolomé Mitre y Ricardo Rojas, dos de sus biógrafos, afirman que si San Martín hubiera sufrido esta enfermedad, no habría podido soportar los intensos fríos ni mucho menos escalar montañas en los Pirineos y en los Andes.
En cambio, el reumatismo lo aquejó desde joven. "Es indiscutible que San Martín tuvo numerosos ataques reumáticos: se calculan unos diez o doce los sufridos durante su vida. El doctor Aníbal Ruiz Moreno ha realizado un exhaustivo trabajo - dice Dreyer -. Dice que en la batalla de Chacabuco, San Martín estaba aquejado de un ataque reumático-nervioso que apenas le permitía mantenerse a caballo."
Numerosas heridas y enfermedades padeció a lo largo de su vida. Una de las heridas más delicadas la sufrió fuera de los campos de batalla, cuando fue asaltado en España y recibió un cuchillazo en el pecho. Contrajo varias enfermedades infecciosas.
Su frugalidad y su vida ascética en Europa ayudaron para que sus enfermedades - que la medicina de hoy calificaría como de origen psicosomático - no lo maltrataran tanto. En Francia, San Martín y su hija Mercedes contrajeron cólera. Y más adelante, en sus años de vejez, la tortura mayor del general fueron las cataratas, que lo dejaron casi ciego.

Vestimenta de esa época

En esas épocas las vestimentas eran muy distintas a la actualidad, en las damas se usaban vestidos largos y anchos y los caballeros trajes.
Ejemplos de prendas: moño, sombrero, camisola, corsé, medias, alpargata, botín, bordados, cintas y pliegues.

El uniforme naval

El uniforme naval, entendido como las prendas diseñadas con un propósito funcional por la necesidad de hacer semejantes entre sí a los hombres propios, a la vez que diferenciarlos del enemigo, es un fenómeno moderno. Todo lo anterior es meramente vestuario o vestimenta militar, pero sin constituir “uniforme”.

Las damas en la época del 1816  se vestían con (faldas anchas, con volados y peinetones)
Los peinados eran estilo romanas, con  un  pequeño  rodete alto, rizos a los costados y todo adornado con perlas y collares, los zapatos eran de tela, generalmente blancos o negros, ellas mismas los cosían y bordaban con mostacillas, luego los zapateros les colocaban las suelas, sin taco. Los caballeros se vestían al estilo ingles combinaban chaqueta oscura, con ceñidos calzones cortos en blanco natural  o amarillo  debajo medias de seda blancas. Las camisas con cuello “Palomita” y yabot o pañuelo de seda, terminaban en mangas rematadas con puntillas, era de gran elegancia llevar galera y bastón, los funcionarios del cabildo usaban pelucas blancas entalacadas al estilo francés.   Los zapatos se importaban en Europa y tenían grandes hebillas de bronce, y eran muy costosos